thePencil.org as vezes no silêncio da noite
miércoles, 2 de julio de 2008
sábanas negras

Hace un instante intentaba dormir. No lo conseguí. Llegó de nuevo a mi pieza ese insomnio que cada tanto aparece y no perdona ni tiempos ni estaciones.
Entonces en cada vuelta que daba para conciliar el sueño, más enredaba mi torso entre las sábanas color vino y más me desesperaba, sintiéndome amortajada, sin aliento.

Entonces recordé esa misma sensación, de dar vueltas sin salida, pero sin estar desesperada. Todo lo contrario. Tranquila, apacible y esquivando la luz que entraba por la única ventana sin cortinas que daba al patio central.

Afuera quizás la temperatura no alcanzaba los 3 grados, pero dentro, el calor disfrazaba ese otoño en primavera y yo me hacía la loca, como si no me diera cuenta.

Entre tanto, el colchón se resbalaba por el piso porque yo no paraba de reír, cuando todo me parecía merecedor de ello. Tú, intentabas que volviera a esa seriedad ,que decías , me caracteriza. Aún no conocías a esta otra, que rie sin parar e imagina, cada tanto, que es actriz.

Ese mechón que cae por tu frente volvía a dominar tu cara y por más que lo ordenabas tras tu oreja, él insistía y te hacía parecer cual galán de Antes del Atardecer, aquella película que sólo logré ver de a pedacitos por el tv cable, pero que, sin embargo, hasta hoy me hace alucinar. Con ese pretexto, puse mi mano en tu cabeza y ordené ese pelo que 24 horas antes pensé que no podría nunca acariciar.

En esas sábanas negras, tan masculinas e impregnadas de un perfume que jamás pude distinguir, estaba descubriendo cómo se revive lo que no viví.

Sentada con mis piernas cruzadas, observé cómo pasó el tiempo y cuán necesario fue que ocurrieran ciertas cosas que me permitieron estar ahí y así, ahora, contigo.

Desperté tarde al día siguiente, después de una de las noches más largas de mi vida. Estaba sola en esas sábanas negras; negras de vida, negras de sueños blancos y secretos que quedarán ahí.

Más enredada en ellas que la noche anterior, más impregnadas de ese irreconocible olor que nunca más se borró, intenté como pude levantarme para salir a caminar y pensar.

Siempre imaginé que recorrería aquella ciudad pensando en legados históricos o en un lejano mayo del 68. Pensé que sólo compraría algún libro y bebería café en alguna esquinita.

Lo que jamás pasó por mi cabeza, es que me enredaría en esas sábanas negras y cantaríamos algún bossa mientras intentaba quedarme dormida.

 
posted by Nita Mussa at 0:08 | Permalink |


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